Vivimos rodeados de pantallas. Eso es una realidad. Una dura realidad. Porque las pantallas se han convertido en un refugio en el que apagar el aburrimiento, buscar la emoción y el deseo. Y, como consecuencia, dejar de vivir el momento en su plenitud.

Para los adultos, abusar de la pantallas tiene consecuencias negativas, pero para los niños, todavía más. Al encender la pantalla, entre muchas otras cosas, estamos apagando su curiosidad y ganas por conectar con la realidad.

En los últimos años, son muchas las voces que llaman la atención sobre los peligros de un uso excesivo de pantallas en la infancia. ¿Estamos abusando de las pantallas en la crianza? ¿Realmente su uso es tan nocivo? ¿Deberíamos dejar de exponer a nuestros hijos a ellas?

Veamos que no todo es blanco o negro, hay un gran número de tonalidades de grises que nos permiten dar a las pantallas un espacio saludable en nuestras vidas y las de nuestros hijos e hijas.

Pantallas y bebés

En 2019, la OMS publicó sus recomendaciones en relación a las pantallas y los niños de 1 a 5 años.

El titular deja clara su posición: ‘para crecer sanos, los niños necesitan sentarse menos y jugar más’.

Efectivamente, si en algún momento dudas sobre las horas de pantalla que pueden tener los peques, sigue este lema: Menos es mejor.

Horas de pantalla recomendadas por la OMS

Así, según la OMS:

  • Los bebés de 0-1 año no deberían ser expuestos a pantallas
  • Los niños de 2 años: menos de una hora al día (cuanto menos mejor)
  • Los niños de 3-4 años: no más de una hora al día (menos es mejor)

Efectos de las pantallas en bebés y niños

¿Pero por qué no son recomendables las pantallas en bebés y niños? 

Para entender por qué es importante minimizar la exposición de los niños a las pantallas es interesante analizar cómo nos afectan a los adultos.

Es posible que durante los últimos años hayas notado que cada vez te resulta más difícil concentrarte a la hora de leer textos largos de cierta complejidad.

Tal como señala Maryanne Wolf en su libro Lector, vuelve a casa, el problema es causado por los distractores tecnológicos (las redes sociales, las pantallas, etc.) que secuestran nuestra atención y provocan que cada vez nos resulte más difícil focalizar la atención y concentrarnos. ¿Te suena esa sensación de no ser capaz de leer un texto largo sin que la mente se te vaya a pensar qué estará pasando en Instagram?

Pues bien, a los niños les sucede lo mismo, pero con peores consecuencias, ya que su cerebro todavía está en formación. Es un hecho, diferentes estudios han puesto de manifiesto que un exceso de pantallas en niños influye sobre su desarrollo cerebral.

Niños sobreestimulados

La revista Pediatrics publicó un estudio en 2011 en el que señalaba que la serie infantil Bob Esponja podría provocar problemas de aprendizaje y trastorno por déficit de atención en niños menores de 4 años.

La razón: el ritmo frenético de la serie, los cambios de plano, los colores… Todo ello provocó que los niños del estudio que vieron la serie mostraran una conducta más acelerada y obtuvieran un peor resultado en las pruebas a las que se sometieron que los niños que habían estado dibujando o viendo una serie con un ritmo más lento.

La realidad es esa y cualquier padre o madre que haya visto a su hijo después de una maratón de pantallas lo puede corroborar: niño alterado, que necesita continuar pegado a la pantalla y que se aburre con otra cosa que no sea ver dibujos animados.

¿Debemos evitar que los niños se acerquen a las pantallas, entonces?

La respuesta corta es NO, en absoluto.

A estas alturas, prohibir las pantallas a los niños no puede ser más que contraproducente. 

Siguiendo las directrices de la OMS, podemos exponer a los niños a las pantallas a partir de los 5-6 años. Y lo haremos de forma paulatina, sin que los niños aprecien que las pantallas tienen un lugar importante en nuestras vidas (difícil, lo sé).

De hecho, la experta en lectura y tecnología Maryanne Wolf señala que es necesario que ayudemos a los niños a crear un cerebro bialfabetizado. Esto es, que los niños sean capaces de leer en entornos digitales y en papel para así sacar partido de los aspectos positivos de los dos medios.

Uso excesivo de pantallas en adolescentes

Vale, entonces queda claro que podemos exponer a los niños a pantallas, de forma paulatina, a partir de los 5-6 años y que podemos, incluso, aprovechar los recursos tecnológicos para el aprendizaje. 

Wolf apunta que se pueden dedicar espacios breves de tiempo a explorar apps educativas. Eso sí, estas apps se han de utilizar en familia y su uso no puede sustituir al juego libre o a la lectura. 

Pero ¿qué sucede cuando se hace un uso excesivo y abusivo de las pantallas?

A día de hoy, son muchas las familias que sufren las consecuencias de un uso prolongado de la tecnología por parte de sus hijos pre y adolescentes: falta de sueño, cambios de humor, bajo rendimiento escolar y un triste largo etcétera.

¿Qué podemos hacer cuando hay una dependencia excesiva de aparatos electrónicos? 

Educar sin pantallas, Marta Prada

La experta en educación Montessori Marta Prada presenta en su libro Educar sin pantallas las claves para dar a las pantallas “un lugar sano” en la vida de nuestros hijos.

Desde la infancia hasta la adolescencia, Marta Prada explica de una forma muy clara los efectos que la tecnología ejerce en los niños. 

Libro educar sin pantallas Marta Prada
Educar sin pantallas, Marta Prada

La explicación científica no deja lugar a dudas. La autora cita un estudio científico publicado en la revista Jama Pediatrics en el que se advierte de la relación entre exposición a pantallas y niveles bajos de mielina. La mielina, necesaria para que se produzca la conexión neuronal, es básica para el desarrollo cerebral. Por tanto, a menor mielina, menor aprendizaje.

Del libro Educar sin pantallas nos ha gustado especialmente la cantidad de alternativas a las pantallas para diferentes edades que ofrece. Y es que, en ocasiones, nos dejamos llevar por la solución más fácil (encender la pantalla cuando necesitamos algo de tiempo para nosotros), pero existen gran cantidad de opciones para sustituir el tiempo de pantalla.

Más interesante si cabe es la sección de DESENGANCHE. Seguramente, la más útil para las familias que recurran a este libro en busca de soluciones.

Tiempo de pantalla: 5 claves para hacerlo saludable

  1. Que las pantallas no tengan un papel protagonista en casa
    • Es decir, no podemos exigir a los niños que no se acerquen a las pantallas cuando los adultos nos pasamos el día mirando el móvil, la tablet o el ordenador. La desconexión ha de ser para todos. Por tanto, los dispositivos digitales deberían ser algo así como el horno: lo encendemos puntualmente, cuando necesitamos cocer el pollo o gratinar los macarrones.
  2. Ofrecer ALTERNATIVAS
    • Si los niños tienen cosas que hacer (deportes, aficiones, planes en familia…) no van a sentir la necesidad de utilizar los dispositivos electrónicos. De hecho, no hay mejor alternativa que compartir con ellos el tiempo de ocio. Y si lo hacemos con ellos desde pequeños, van a ver con más claridad que en la lista de planes divertidos las pantallas están al final de la cola.
  3. Acordar tiempo de uso y modo de desconexión
    • Si de antemano establecemos, de forma consensuada, la duración y el horario para el consumo de pantallas, todo irá sobre ruedas. Si, además, acordamos cómo se va a proceder al “apagón”, mejor. Es decir, si son de los que les cuesta apretar el botón off, podemos acordar que, cuando llegue el momento, nosotros seremos los que apagaremos. 
  4. No utilizar la acción de encender/apagar los dispositivos como premio o castigo
    • El mundo de los premios y los castigos tiene su miga. Está claro que a corto plazo son superefectivos, pero con el tiempo no tanto. Así que si queremos normalizar el tiempo de uso de pantallas y que este no sea un conflicto, es mejor no transmitir a nuestros hijos que apagamos los dispositivos electrónicos como castigo. Si lo hacemos, corremos el riesgo de generar una reacción desmesurada.
  5. Compartir el uso de pantallas en familia
    • Y no solo me refiero a ver una peli en familia el fin de semana. Va más allá. Explorar y aprender a utilizar apps educativas en familia, enseñarles a editar vídeos y fotografía, animación, programación y un largo etcétera. Que hacer uso de las pantallas no sea un acto pasivo, sino CREATIVO. El mundo digital tiene muchas posibilidades y si conseguimos que descubran esa parte proactiva, de creación, antes que la pasiva, de consumo, muchísimo mejor.

¿Tienes dudas sobre cuál es la edad recomendable para que tu hijo o hija tenga móvil? ¿Qué factores tendríamos que tener en cuenta antes de dar ese paso tan importante? En este artículo te damos más detalles.

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